06/12/2023

Aprende a identificar los sonidos de la colmena

Tradicionalmente, los apicultores escuchan a sus colmenas para evaluar su estado. Aprender a identificar correctamente los sonidos de la colmena.

Para alguien que escucha por primera vez el sonido de las abejas, todo es confusión: un zumbido constante, aparentemente amenazador, que no le dice nada. Sin embargo, el apicultor sabe que eso es solo una primera impresión. A poco que se aguce el oído, los sonidos de la colmena cambian, se separan unos de otros y empieza a decir cosas.

 

Un buen apicultor es capaz de interpretar claramente esos sonidos y, gracias a ellos, saber en qué estado se encuentra la colmena sin necesidad de abrirla. Algunos de los ruidos que hacen las abejas hablan sobre su buen estado y prosperidad. Otros, en cambio, disparan las alertas de los apicultores, porque son los sonidos que señalan algún problema.

En este artículo repasamos los ruidos y sonidos de la colmena que todo apicultor debe ser capaz de detectar y valorar. Sigue leyendo -y escuchando- para que aprendas a identificar correctamente el sonido que hacen las abejas y su significado.

1 – Los sonidos de las abejas: qué son y cómo los hacen

Las abejas son capaces de emitir varios sonidos, aunque nuestros oídos los perciben todos de forma parecida: como un zumbido. Sin embargo, por su propia naturaleza, estos ruidos o sonidos no son siempre iguales.

La diferencia está en la forma en que las abejas los producen y en el momento en que se emiten.

Para producir su característico zumbido, las abejas baten sus alas a una velocidad que está en torno a las 200 veces por segundo. Este movimiento desplaza el aire, que, al moverse, zumba a una frecuencia aproximada de 250 hercios.

 

Sin embargo, las abejas no siempre baten las alas a la misma velocidad: depende de la actividad que lleven a cabo y de su edad. El investigador Eddie Wood descubrió que, a medida que envejecen, las alas de las abejas se vuelven más rígidas, con lo que les cuesta más moverlas. De esa forma, el zumbido varía.

Estas variaciones dan lugar a diferentes zumbidos y a diferentes frecuencias de sonido:

  • Abejas jóvenes ventilando: 285 hercios.
  • Abejas jóvenes en vuelo: 225 hercios.
  • Abejas adultas volando: 250 hercios.
  • Abejas adultas ventilando: 190 hercios.

Además, el sonido que hacen los zánganos es muy diferente, mucho más grave y pesado, muy fácil de identificar cuando está en vuelo.

 

Así, el sonido que producen las abejas procede de su intenso batir de alas, pero se matiza en función de lo que estén haciendo y de su estado. Los diferentes cambios de estado y actividad generan los diferentes sonidos de la colmena.

2 – Tipos de sonidos de la colmena

Todos esos ruidos y sonidos forman un complejo “idioma” que en ocasiones tiene que ver con los sistemas de comunicación de las abejas y, otras veces, simplemente es la expresión de su estado. Aunque se podrían identificar más, los principales sonidos de la colmena son estos.

Una colmena tranquila y productiva

El sonido más agradable de la colmena es el que emite una colonia saludable, productiva y en plena actividad. Es fácil de reconocer: basta con dar un golpe seco y sonoro sobre la pared de una colmena. Inmediatamente, el enjambre responderá con un zumbido corto e intenso. Será apenas un segundo y después volverá la calma.

Se produce como una especie de parada momentánea: la colonia recibe el sonido exterior y reacciona a la espera de una agresión. Si esta no se produce, rápidamente las abejas vuelven a su quehacer y siguen trabajando. 

Una colmena huérfana

Por el contrario, uno de los sonidos menos agradables del colmenar es el que emite una colmena huérfana. Cuando no tienen reina, las abejas se muestran nerviosas, incluso agitadas y alteradas. El apicultor lo sabe porque, al abrir la colmena, las abejas aparecen agresivas y es fácil que ataquen, además de estar muy inquietas y corretear rápidamente por los panales.

Además, en esas circunstancias, el sonido cambia. Al golpear la pared de la colmena, las abejas emiten un zumbido largo y quejumbroso, como un llanto o un sollozo que dura varios segundos.

El canto de las reinas

Otro de los sonidos de la colmena que todo apicultor debe aprender a identificar es el llamado canto de las reinas. Las abejas reinas emiten en ocasiones un sonido muy concreto que se puede diferenciar con claridad.

El “canto” más habitual tiene lugar cuando nace una reina en un proceso de enjambrazón. Cuando la colmena se prepara para enjambrar, suele haber varias celdas reales en desarrollo. Tras la salida de un enjambre primario, nace una primera reina virgen que emite un sonido característico: un frotar de alas que suena parecido a “tuuut”. De hecho, en inglés se conoce como “tooting” y también “piping”. Es un pitido con el que parece anunciar su llegada a la colmena y suena largo y agudo, desafiante.

A ese “tuuut”, responden las demás princesas que están en sus celdas reales. Lo hacen con una especie de graznido que suena como un “cuac”. Y entre reina nacida y princesas prisioneras se establece un diálogo que fascina a los investigadores y que es uno de los comportamientos más sorprendentes de las abejas.

 

Cuando la reina ya ha salido de la celda real, la reina es capaz de emitir un zumbido a 350 hercios, mientras que los graznidos que emiten las princesas en sus realeras tiene 450 hercios.

Aunque la finalidad de esta comunicación todavía no se ha descubierto, lo cierto es que es una señal inequívoca de que hay un jabardo en ciernes. Si el apicultor no toma medidas para evitar que salga ese enjambre secundario, las abejas enjambrarán por segunda vez. Y podría haber más jabardos. Por eso, detectar ese “tuuut” – “cuac” es clave para impedir la marcha de enjambres.

 

Abejas gaiteras: guiando el enjambre

Otro sonido relacionado con los enjambres es el que Thomas D. Seealy, Sean Griffin y Juliana Rangel (2010) identificaron en una serie de abejas “flautistas” o “gaiteras”. Se trata de un grupo de abejas veteranas que han participado en las tareas de búsqueda de un lugar para que el enjambre se instale fuera de la colmena.
Así, cuando el enjambre está preparado para salir, estas exploradoras -una oligarquía, dicen Rangel, Griffin y Seely, inician un canto muy característico que da la señal de partida.

De nuevo, es un sonido fácil de reconocer y permite a los apicultores detectar la inminente salida de un enjambre y evitarla o, al menos, estar preparados para atrapar el enjambre.

Un enjambre en el aire

Pocos sonidos de la colmena son tan representativos, impactantes y sonoros como el de un enjambre en el aire. Cuando las abejas abandonan masivamente la colmena en busca de una nueva ubicación, lo primero que hacen es volar en círculos sobre el lugar del que han salido. A pocos metros de altura, se van agrupando en una nube densa de abejas que parece nublar el sol. Y el zumbido que emite ese conjunto de abejas va creciendo a medida que se suman nuevas obreras y zánganos.

Finalmente, el enjambre se mueve hacia un punto elegido por las exploradoras y, en su vuelo, emite un zumbido sordo y penetrante, muy sonoro, que no se parece a ningún otro sonido de la naturaleza. 

Una colmena a la defensiva

Cuando una colonia tiene problemas o se siente agredida, emite un zumbido pronunciado e intenso. Puede suceder cuando el apicultor abre la colmena para una revisión o para la cosecha: las abejas sienten que son atacadas y emiten ese zumbido que parece un aviso para el agresor.

También es habitual encontrar ese sonido en una colmena que tiene problemas con una infestación fuerte de varroa, o una invasión de hormigas u otro agente externo.

 

3 – Otros sonidos de las abejas en la naturaleza

Además de estos sonidos de la colmena que se han descrito, se pueden encontrar otros igualmente interesantes y que las abejas producen en su comportamiento en la naturaleza. Algunos de los más llamativos son estos:

Sonido de los zánganos en vuelo

Cuando llega la primavera y la fiebre de la enjambrazón se extiende por los colmenares, los zánganos tienen su momento en la vida: el apareamiento. Como se sabe, los apareamientos con las reinas se realizan en pleno vuelo, así que los zánganos esperan a las hembras vírgenes volando en círculos.

A menudo, se forman verdaderas nubes de zánganos que vuelan sobre los apiarios o en las cercanías. Tantos zánganos juntos hacen mucho ruido, pero lo hacen de formas diferentes. Por un lado, en una capa superior vuela el grupo más numeroso de zánganos. Algunos autores, como Jean Prost, piensan que son machos que todavía no son fértiles del todo. Ese grupo numeroso emite un zumbido grave de fondo.

 

Más abajo, en una capa más cercana al suelo aparece un grupo de machos menos numeroso: son los zánganos que finalmente se aparearán con las reinas porque su madurez sexual es completa. El ruido de este grupo es menos grave, pero más intenso: llegan incluso a eclipsar a los que vuelan más arriba.

Estos zumbidos tan intensos sirven para detectar zonas de concentración de zánganos. Y son muy habituales en lugares de fuerte saturación de machos, como apiarios de fecundación.

 

Las flores “escuchan” a las abejas

El zumbido de las abejas parece ser también una señal para que las plantas produzcan más néctar. Así lo ha demostrado un equipo de investigadores israelíes encabezados por Lilach Hadany, de la Universidad de Tel Aviv.

Estos científicos han descubierto que las flores son sensibles al zumbido de las abejas. De alguna forma, actúan como “oídos” de las plantas, detectando las vibraciones que producen esos zumbidos.

Al detectar esa vibración, las flores activarían la secreción de néctar, ofreciendo más cantidad a las abejas y garantizando así la polinización. Esta idea

“Gritos” contra la avispa gigante

Otro sonido muy sorprendente es el que han desarrollado las abejas asiáticas (Apis cerana) para defenderse de los ataques de la avispa gigante (Vespa soror). Un grupo de investigación del Wellesley College, en el Reino Unido, ha descubierto que estas abejas son capaces de emitir una especie de “grito” cuando detectan el ataque de avispas gigantes.

El grito parece servir como alarma para que la colonia despliegue medidas defensivas. Cabe recordar que la Apis cerana y los avispones gigantes, o la Vespa velutina, han evolucionado juntos, con lo que las abejas saben defenderse.

Como parte de la defensa, ese sonido es parecido a los chillidos de miedo, alarma y angustia que emiten mamíferos como algunos primates, o también algunos pájaros. Son ráfagas de sonidos muy agudos que cambian sin un patrón definido y resultan muy ásperos y ruidosos.

Sonidos sincronizados en el Himalaya

También como respuesta ante las avispas, las abejas gigantes del Himalaya, (Apis Laboriosa), que vive en las montañas de la región de los Himalaya, entre India, Tibet y China, es capaz de sincronizar un sonido.

Las abejas, que viven colgadas de rocas de muy difícil acceso, construyen sus panales en los riscos y se apiñan sobre ellos. Cuando las avispas se acercan a los nidos, las abejas se sincronizan y emiten de forma coordinada un breve zumbido al tiempo que agitan las alas y levantan el abdomen. El efecto es impactante: una ola recorre toda la piña de abejas, produciendo un intimidante movimiento que asusta a las avispas.

 

4 – Monitorizar los sonidos de la colmena

Conocer todos estos sonidos de la colmena puede resultar muy útil para el apicultor: le permite interpretar el estado de las colonias sin tener que molestarlas abriendo las cajas.

Esta misma idea está detrás de muchas experiencias e intentos de monitorizar las colmenas a través del sonido. Actualmente, con el auge que vive la apicultura de precisión, esta forma de controlar las colonias está cobrando mucho peso y, en combinación con la inteligencia artificial, parece una de las soluciones para facilitar esa “apicultura a distancia” que promete la tecnología.

Uno de los primeros intentos de registrar y comprender los sonidos de la colmena es el Apidictor, un dispositivo inventado por E. Woods que era capaz de capturar y separar los diferentes sonidos del enjambre. Lo hacía separando sus frecuencias, de forma que podía saber qué individuos producían cada sonido y qué estaban haciendo en cada momento.

 

A partir de ahí, se han desarrollado muchos productos que utilizan los sonidos de la colmena como herramienta para monitorizar el estado de la colonia. Hay incluso trabajos científicos basados en esta técnica, como el de Ferrari y sus colaboradores en 2008, que introdujeron micrófonos en las colmenas para detectar el cambio de sonido que anticipa la salida de un enjambre.

Más allá del canto de las reinas que se ha descrito antes, estos investigadores encontraron que, justo antes del enjambre, la frecuencia del sonido de la colmena “desde aproximadamente el rango de 100 a 300 hercios a un rango de frecuencia más alto de 500 hercios a 600 hercios”. Esta variación, según su estudio, “se debe al intenso movimiento de las alas, que provoca una caída de temperatura de 35 °C a 33 °C. Este cambio en la frecuencia junto con la caída de la temperatura podría usarse como una predicción del enjambre, permitiendo prevenirlo para asegurar una menor pérdida de miel”.

Con estas lógicas de trabajo, hay empresas generando herramientas de monitorización de colmenas a través del sonido. Es el caso de Apivox, que ha creado un software capaz de valorar el sonido de las colmenas e informar al apicultor del estado general de las colonias, la inminencia de un enjambre o la evolución de la cría.

Poco a poco, la tecnología inteligente irrumpe en los colmenares y, sin duda, interpretar los sonidos de las colmenas va a ser cada vez más importante y útil.

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