26/12/2016

Reflexiones de un Año Nuevo

Transitando ya los últimos días del año e inmersos de lleno en una nueva temporada apícola, como Sociedad sentimos la necesidad de transmitir a todos los apicultores y apicultoras, nuestra visión sobre lo acaecido este último año.  Tenemos la esperanza de que durante este receso social estival podamos reflexionar cada uno sobre el futuro de nuestra actividad, con el fin de plantearnos la agenda de temas que deberemos debatir en forma colectiva para generar acciones conjuntas entre todos los apicultores y las entidades que los representan, unidas en el Consejo Federal de SADA el año venidero.

 

Fue un año de cambios políticos, lo que naturalmente generó mayores expectativas por las acciones que este cambio podía producir.

Algunos primeros sucesos aparecieron como positivos. Las convocatorias de los Consejos Apícolas Nacional y provinciales, fue una buena señal, así como la presencia de funcionarios técnicos y políticos en las exposiciones y eventos apícolas, dialogando con los apicultores de diferentes partes del país. El hecho de haberse renovado la discusión sobre diversos temas como mercados, ley apícola, miel fraccionada y en el SENASA. Que se hicieran presentes en las convocatorias privadas, como la que realizó SADA en CAME en el ámbito de su Consejo Federal, para discutir un tema puntual como la situación del mercado de la miel junto a los exportadores.

Un párrafo aparte merece la Semana de la Miel, campaña comandada desde el Ministerio de Agroindustria Nacional, que supo captar una necesidad del sector que tomó como propia la iniciativa, participando activamente en diferentes ámbitos, sumando creatividad a la campaña donde se difundió no solo la miel y otros productos de la colmena, sino también el valioso rol que cumple la abeja en la biodiversidad del planeta.

Pero resulta necesario afirmar con el debido énfasis, que eso fue todo.  Es decir muy bien en las cuestiones de forma, pero sin poder avanzar en las cuestiones de fondo.  Ninguna de las iniciativas del sector se transformaron en acciones concretas, quedando en silencio la posible implementación de sistemas de warrants, reintegros a la exportación, fondos de emergencia o anti cíclicos para corregir algunas cuestiones propias de la comercialización de la miel Argentina o el apoyo financiero a proyectos apícolas que, por variadas razones, necesitan de la intervención del estado como puntal para el desarrollo  por ser sectores sensibles de la economía que ven en la apicultura una posibilidad laboral digna.

En el mismo sentido, fueron directa o indirectamente obturadas todas las propuestas para lograr un modelo productivo apícola, en equilibrio con el resto de las producciones agropecuarias.  El gobierno se resiste a aceptar que el profundo deterioro de la apicultura en la región tiene como causa esencial el modelo agroindustrial en base a agrotóxicos.

Las principales acciones, mencionadas en todas las disertaciones como la nueva política de trabajo, tuvieron que ver con la trazabilidad, basados en la nueva versión de registros (que al parecer en gestiones anteriores desaparecieron) que son más propios de cuestiones administrativas internas de las diferentes administraciones que del propio sector, que por cuarta o quinta vez en 10 años debe volver a registrarse. Lo extraño es que muchos de estos registros están a cargo de dependencias del Estado en donde la mayoría de los responsables, ya sean nacionales o provinciales, son los mismos que en la gestión anterior.  

Como mencionamos, fue muy positivo que reanudaran los ámbitos de debate del sector, sin embargo en las agendas nunca se procuró el debate profundo sobre la sustentabilidad del sector apícola y si es posible que la apicultura crezca y se desarrolle en el modelo agroindustrial impuesto hace varios años atrás en el mundo y especialmente en nuestro país.

En algunas reuniones desordenadas se escuchó lo que se escucha en el campo, en los pasillos de las expo, en las reuniones de apicultores, frases sencillas como lo difícil que es mantener una colmena viva y productiva; que ya no hay campo; que la adulteración nos mata; que el mercado todo los días nos pone un requisito nuevo; que en mi pueblo antes éramos 50 apicultores y ahora 7; que con este precio el sector no se sostiene;  que no nos dejan trabajar; para que queremos tantos registros si cada vez somos menos … escuchar  y volver al temario. ¿Catarsis o problemas más profundos que un registro?

Cuestión de fondo, ¿es posible que la apicultura sea sustentable en este modelo agropecuario? Respuesta fácil: NO.

No sólo no se puede desarrollar la apicultura, sino que envenena nuestras abejas, nuestros productos y mata nuestra gente.

Nadie dice que no se puede discutirlo, pero sí explican que la política de nuestro país es llegar a ser  “el supermercado del mundo”, “produciendo en forma más eficiente” ¿Cómo? Con más agroquímicos. Profundizando el modelo. Sustentable al parecer significa que se exporte más, que se generen más divisas y que ganen más plata ciertos sectores.

Hace unos años atrás APIMONDIA identificó los cinco problemas más grandes de la apicultura a nivel mundial. Así se pudo explicar por qué el modelo agroindustrial instalado por un pequeño grupo de grandes compañías a nivel global es quien inicia una cascada de problemas en la apicultura a nivel mundial que la ponen en crisis.

La apicultura es parte del ambiente. Si el ambiente se modifica, se modifica la apicultura.

 

El modelo agroindustrial implementó los monocultivos y creó los organismos genéticamente modificados y los plaguicidas de tercera generación capaces de matar o envenenar a miles de insectos con bajas dosis.

 

El modelo modifica el ambiente, lo degrada y lo envenena.

 

¿Es consciente el gobierno de todo esto?

¿Lo es la sociedad?

¿Lo somos el conjunto de los apicultores?

La apicultura desaparece en forma progresiva y sostenida, situación que podemos graficar a través de una escalera que desciende hacia el abismo.

 

Primer escalón: es más difícil criar abejas bajo este modelo agroindustrial porque no tienen qué comer y mucho de lo que comen está envenenado y le producen trastornos que llamamos desaparición espontánea o CCD.  

 

Segundo escalón: Los apicultores intentamos subsanar esos problemas y desarrollamos nuevas técnicas productivas (que muchas veces aumentan el riesgo de vida de la propia abeja) que conlleva a un mayor costo con menor producción. Hoy es imposible producir miel a un costo menor a 1 dólar. Hace quince años atrás era el precio internacional de la miel en el mercado.          

 

Tercer escalón: Al ser la miel un producto difícil y costoso de producir, se generan sucedáneos de la miel, en base a una gran tecnología, que inundan el mercado de la miel. Productos industriales y que con el actual precio internacional de la miel pueden ser comercializados. Cuando producíamos más miel por colmena y a menores costos la adulteración en gran escala no podía entrar en el negocio.

 

Cuarto escalón: Al existir más mieles adulteradas o con residuos, se endurecen las normas y reglamentaciones para la producción de miel. Trazabilidad, planes de control de residuos, envases, normas de calidad, etc. y aparece un nuevo jugador en los mercados: los laboratorios.  Cada vez es más difícil producir y cada vez es más caro comercializar.

 

Quinto escalón: Ante esta compleja situación productiva, los apicultores se desaniman. No ven claro el futuro. Por ende no promueven en las futuras generaciones la apicultura, o sólo en forma de hobby. A la vez, se complica captar mano de obra especializada por los altos costos de producción.

 

Es por todo esto que APIMONDIA enfrenta al modelo agroindustrial. Es por eso que los integrantes de la Federación Latinoamericana de Apicultores (FILAPI) estamos promoviendo realizar acciones en conjunto contra el modelo Agroindustrial.

 

Es por eso que la Sociedad Argentina de Apicultores ha expuesto su absoluto rechazo al modelo agroindustrial nacional, porque viola el principio esencial garantizado por nuestra Constitución Nacional de diversidad biológica. Porque envenena la tierra, el aire y el agua, los alimentos y destruye sistemáticamente la apicultura junto a sus modelos sociales de producción.

Este no es sólo un problema de los apicultores y sus abejas. Es un problema de la sociedad en general ya que es a la humanidad a la que se está envenenando. Lo mismo que les pasa a nuestras abejas nos pasa a nosotros.

 

Algunos apicultores temen que esta posición nos enfrente con los demás productores agropecuarios. Pero hay que ser claro. Ellos también son víctimas, que descreen que hacen mal, que sienten que deben producir eficientemente usando un paquete que se vende con mucho marketing y están presos de un sistema porque creen en él.  O no saben cómo salir de él, bajo la extorsión de los oligopolios que dominan el mercado.

 

Pero el problema no son ellos, es un Estado que no protege a su población, un SENASA que con grosera hipocresía desecha los estudios científicos presentados y las resoluciones de los sistemas sanitarios de la Unión Europea y USA, para seguir avalando un negocio para pocos.

 

El modelo agroindustrial impuesto en Argentina no es el único modelo productivo posible, el resto del mundo abjura de los modelos que ven la panacea en los tóxicos e intenta generar modelos productivos en equilibrio ambiental, económico y social.

 

Debemos entender que ése en nuestro principal problema. Mientras no podamos discutir o plantear alternativas al modelo agropecuario no podemos pensar en el desarrollo de la apicultura ni en Argentina ni en la región.

 

Como ciudadanos tenemos el derecho de discutir las políticas de Estado. Como apicultores que vemos todos los días lo que el modelo produce tenemos la obligación de proteger a nuestras abejas y alertar a nuestros compatriotas que este modelo mata.

 

Es preciso, prioritario, enlazar los esfuerzos de todas las organizaciones apícolas para discutir la política sectorial a nivel nacional y regional, y para eso ponemos a disposición la herramienta del Consejo Federal de SADA, así como la integración Latinoamericana a través de FILAPI y universal a través de APIMONDIA.

 

Resulta necesario además asociarnos al conjunto de organizaciones que batallan cotidianamente para frenar el modelo agroindustrial, y por ello convocamos también al conjunto de organizaciones apícolas para lograr acciones sinérgicas con aquellas expresiones de compromiso popular, de matriz científica, social o política que nos permita abrazar un futuro de equilibrio en nuestros modelos de producción.

 

A ello los convocamos.

 

Esperemos que esta reflexión sea oportuna. Les deseamos una buena cosecha, una feliz navidad y buen comienzo de año.

 

 

Diciembre de 2016

Mesa Directiva

SADA

    

 

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